
El Tabaquismo no es sólo un problema que aqueja a los mismos fumadores, sino también a las personas que inhalan el humo inconscientemente, consideradas como fumadores pasivos.
Actualmente en nuestro país, dos personas mueren por día a causa de enfermedades relacionadas al tabaquismo y se necesita presupuestar 100 millones de dólares para tratar a los enfermos, pero el Estado solamente recauda 55 millones de la moneda americana anualmente. La lucha contra este mal empieza y no sabemos qué final tendrá.
Los datos hablan por sí solos. En la última investigación realizada con fumadores pasivos, que se acaba de publicar en el último número de “Circulation”, se demuestra que después de que una persona no fumadora para media hora en una sala donde hay humo de tabaco, sus depósitos de antioxidantes (incluida la vitamina C) descienden al mínimo. Estas sustancias son las que protegen, entre otras cosas, las arterias para que no se formen placas de ateroma (causantes de la enfermedad cardiovascular).
Se han hecho muchos estudios sobre tabaquismo pasivo que han demostrado que el humo de segunda mano causa cáncer y enfermedad cardiovascular, además de otras complicaciones respiradoras y, en niños muerte súbita e infecciones de oído.
Según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, si continúa el patrón de Consumo actual, para el 2020 el tabaco habrá causado más muertes que el SIDA, la tuberculosis, la mortalidad materna, los accidentes de tráfico, el suicidio y los homicidios, todos juntos.
Lo resaltante de todo esto es que el humo del cigarrillo, además de ser perjudicial para quien gasta un porcentaje de su sueldo en él, también perjudica a quien tiene que tragarlo a su pesar por falta de una legislación que establezca un mínimo de respeto para el no fumador y de una política sanitaria que fomente la educación social.